Durante los meses de invierno, algunas persona sufren desgana, nostalgia o malhumor. Es mucho mas frecuente de lo que pensamos ya que sucede a 1 de cada 5 personas.
Son respuestas fisiológicas que llevan sucediendo al ser humano desde la prehistoria y su función es el ahorro energético.
Con la reducción de horas de luz solar se produce un desequilibrio bioquímico en el cerebro, que viene acompañado de fatiga, falta de interés, aislamiento social y la necesidad extrema de alimentos con alto contenido calórico.
Esto tiene su explicación. Es la reminiscencia de mecanismos de ahorro energético que nuestros antepasados experimentaban durante los meses de invierno.
Es fácil imaginar que en la prehistoria, los inviernos eran muy duros y se hacia difícil o casi imposible cazar o recolectar algún alimento. El cuerpo ajustándose a esas condiciones climáticas, reducía la actividad metabólica, con el consiguiente descenso de la energía.
Además, el cuerpo trataría de aprovechar cualquier alimento debido a la futura escasez alimenticia. En definitiva, hibernar.
El Dr. Mark Frye comenta que es recomendable buscar ayuda profesional sólo si estos síntomas afectan a la capacidad de realizar el trabajo o en el caso de que alteren las relaciones sociales.
Mientras tanto podemos seguir ciertas estrategias que nos ayuden a que el invierno sea un poco mas llevadero.
1. No finjas estar alegre.
La tristeza u otras emociones "negativas" no son aflicciones que debamos evitar o superar. Si las aceptamos y entendemos correctamente, pueden contribuir a que tengamos una vida mucho mas plena y saludable.
Así es cómo lo explica Maya Tamir, en un estudio en 2012 en la Universidad Hebrea de Jerusalén, en la cual se descubrió que las personas que se obligaban a sentirse felices incluso cuando una situación exigía una respuesta emocional completamente diferente ( como la ira), presentaban una puntuación considerablemente más baja en relación a la escala de felicidad que los demás.
En definitiva, forzar la felicidad parece que es contraproducente.
2. No reprimimas la tristeza.
Los investigadores John Oliver de la Universidad de Berkeley y James Gross de Stanford, encontraron que los sentimientos "negativos" como la tristeza o la ira sólo se intensifican cuando tratamos de ser reprimidos. Eso se explica debido a que nos sentimos mal con nosotros mismos cuando nos contradecimos con lo que verdaderamente sentimos. Necesitamos estar en consonancia con nosotros mismos.
Cuando suprimimos emociones como la tristeza, negamos sus funciones principales. Las emociones se generan como respuesta a un acontecimiento externo o interno para generar una respuesta organizada.
La tristeza puede ser señal de que algo nos está angustiando, si no reconocemos ese sentimiento, no podríamos tomar las medidas necesarias para mejorar la situación.
Expresando nuestra tristeza o preocupación también nos ayuda a fortalecer los lazos de nuestras personas más cercanas. Despertaremos su compasión y nos ofrecerán su apoyo.
Por el contrario, suprimir nuestras emociones, puede debilitarlas.

3. Responda con atención plena.
Esto no significa que ahora sea legítimo quejarnos o dejarnos llevar por la melancolía.Hay formas de procesamiento de emociones que son más saludables que otras.
Recientemente, los científicos están prestando especial atención a los beneficios de la atención plena o Mindfullness.
Los estudios sugieren que una respuesta consciente de un evento negativo reduce la cantidad de tristeza que experimentamos después de ese evento. Está asociado a menos depresión y ansiedad, e incluso puede llevar a beneficios fisiológicos, como la reducción del ritmo cardíaco o mejora del sueño.
Por suerte, la atención plena es una habilidad que se puede cultivar en el tiempo.
Inevitablemente, la vida va a estar llena de altos y de bajos. Y tal vez la lección más importante a tener en cuenta es que la variedad de emociones es lo más saludable para el bienestar general.
En otras palabras, la tristeza, la ira y otras emociones negativas son como casi todas las cosas: siempre con moderación.