
La depresión clínica o tristeza patológica es una enfermedad grave y cada vez más común. Según la OMS, en unos veinte años, la depresión será una de las causas principales de discapacidad a nivel global.
En España afecta alrededor del 5 % de población y se calcula que el 10% pasará por un proceso depresivo a lo largo de su vida.
Por todos es sabido que la depresión es una enfermedad que nos afecta tanto física como psicológicamente. La persona que lo padece sufre falta de energía e interés, pérdida del gusto por vivir y del placer por realizar actividades que antes eran agradables.
Pero la depresión es mucho más que eso, es un problema que impacta de forma agresiva, no sólo en la persona que lo padece, sino también a todos los que la rodean.
Ver a alguien que quieres atravesando esta enfermedad puede provocar sentimientos de frustración y de angustia. En muchas ocasiones hacemos o decimos cosas que no sólo no le vienen bien a la persona en cuestión, si no que le generan más culpabilidad. Para ser de mayor ayuda vamos a ver cuáles son las pautas que debemos y que no debemos seguir:
Qué no debemos hacer:
Simplificar la situación:
La depresión es un problema y se necesita ayuda. No es cuestión de un cambio de actitud, ya que la voluntad de la persona queda anulada y minimizar el problema puede provocar mayor culpabilidad a la persona que lo sufre. Al igual que sucede con los problemas físicos, debemos animarla a ir a un especialista.
Uso de frases como “ tienes que ser positivo” “alégrate”
Utilizamos este tipo frases automáticas con el inocente objetivo de ayudar. Lo que no sabemos, es que lejos de ayudar a la persona, ésta se siente presionada a realizar un cambio que por sí misma que le resulta imposible. Lo que añadirá más culpa y tristeza al asunto.
Responsabilizarse de sus decisiones y tareas.
Al ver a una persona cercana sufriendo y con poca energía para valerse por sí misma, caemos en un error muy común, que es cuidar a la persona al máximo. Este error es un arma de doble filo, ya que sin darnos cuenta, ayudamos a que la persona deprimida no salga de la dinámica desadaptativa. Los psicólogos lo denominamos ganancias secundarias y en muchas ocasiones ayuda a mantener la depresión.
Es recomendable que ayudemos a las tareas y decisiones que le competen a la propia persona, que no se sienta sola y que sepa que estamos para ayudarle. Pero nunca que dependa exclusivamente de nosotros.
Fomentar el discurso negativo
Al igual que no es recomendable empujarle a que sea más optimista, tampoco lo es alimentar sus quejas y sus dolor, ya que vamos a corroborar lo difícil y duro que es todo para ella. En las ocasiones en las que la persona entre en ese círculo vicioso de queja y negatividad constante, tenemos el recurso de la asertividad, que podríamos utilizarlo con frases del tipo: “entiendo que te sientas así y lo veas todo oscuro, pero no es bueno para ti que hablemos de cosas que te hacen sentir tristes, si quieres podemos hablar de…” de esta manera desviaremos la conversación a algún tema que distraiga más a la persona.
Remplazar al especialista.
Si la red social ha intentado ayudar de diferentes maneras y no ha funcionado, significa que hay que cambiar de camino. Es necesario recurrir a un profesional.
Los amigos, familia y pareja son grandes aliados en este tipo de enfermedades pero son sólo una pieza de todo el rompecabezas. Todo tiene sus límites y hay veces que no sólo sirve con la ayuda de los más cercanos.
Qué
debemos hacer:
Mantener una actitud calmada y de equilibrio.
No resulta fácil, ya que muchas veces las personas cercanas nos sentimos impotentes al no entender el motivo por el cual la otra persona está deprimida.
Debemos mantener una actitud positiva y sobretodo de ayuda. Las personas deprimidas se sentirán angustiadas si están con personas con un tono de ánimo bajo, al igual que si están eufóricas. Toda emoción extrema les va a generar angustia. Lo importante es comportarnos con cierta normalidad.
Empatizar
No se entiende por regla general porqué alguien que aparentemente no tiene ninguna dolencia física puede estar lamentándose. Y lo más fácil es pensar que es el afectado el que no está haciendo nada por cambiar. La realidad, aunque parezca ilógico, es que no es así. La propia persona tampoco entiende cual es el motivo de sentirse tan hundido.
Debemos poner empatía de nuestra parte y no dar consejos desde nuestro punto de vista, ya que estamos en situaciones completamente diferentes y visiones del mundo casi paralelas.
Es recomendable preguntar qué es lo que necesitan, y en que podemos ayudar, de esta manera estaremos si necesitan un persona con la cual desahogarse o simplemente con la que conversar.
Proponer actividades.
Está comprobado que el aumento de refuerzos positivos (realizar actividades placenteras) ayudan de manera importante a la mejoría del estado de ánimo. Lo que sucede es que hay que luchar contra esa falta de ganas y de energía que sufre el deprimido.
Nosotros desde fuera, podemos sugerir ciertas actividades que sepamos que a la persona le pueden interesar, pero nunca obligarla. Habrá que elegir momentos en los que esté en mejor disposición de aceptarlo.
Valorarle
La persona que sufre depresión no es consciente ni se da cuenta de las cosas positivas que tiene y que puede aportar. Si verdaderamente queremos ayudar, es muy importante recalcar que aunque ahora no se sienta bien, sigue siento una persona maravillosa y que vamos a salir de esto. Frases tipo; “Yo creo en ti, recuerda lo que has conseguido, tienes grandes cualidades… “ ayudarán a la otra persona a despertar de su letargo.
Es normal que en algún momento se puedan perder los nervios por el amplio carácter negativo que desarrollan las personas con depresión, pero cuando esto suceda, lo mejor es que nos tomemos un momento para relajarnos y evitemos todo tipo de reproches, que lo único que va a ayudar es a empeorar la situación.
Validar las emociones
Un paso imprescindible es que la persona reconozca que tienen derecho a sentirse así, de esta manera les quitamos de esa culpa con la que viajan siempre.
Una frase ala que podemos recurrir es: “Entiendo cómo te puedes sentir y tienes todo el derecho de sentirte así”. Ayudará a que se expresen con mayor confianza y se sientan menos aislados.
Acompañarles
Se trata de ofrecer la posibilidad de estar para lo que ellos necesiten, ya sea escuchando, hablando o para bajar a una cafetería cercana.
Esto es de gran beneficio emocional, ya que las personas que sufren depresión se sienten aisladas y la compañía les resulta en muchos casos de gran agrado.
La depresión es un proceso difícil y muy duro para la persona que lo sufre, pero también lo es para las personas que la rodean.