El nombre fue acuñado por el psiquiatra francés Jean Marie Joseph Capgras, y aquellos que lo padecen creen que las personas que hay a su alrededor son impostores, sustitutos, completamente idénticos a quienes dicen ser pero impostores al fin y al cabo. Tienen la firme convicción de que sus familiares y amigos han sido sustituidos por un doble, un doble idéntico.
Los casos llegan desde familiares y amigos, hasta mascotas o el coche. Esta enfermedad está relacionada con la pérdida de reconocimiento emocional de rostros de familiares.
Al percibir esto, ellos no sienten una relación emocional entre la persona de ahora y la persona que recuerdan. En algunos casos no se reconocen a ellos mismos en el espejo y se sienten tan perturbados al ver al doble en el reflejo que tienen que retirar todos los espejos de la casa.
Por lo general existe un rechazo y evitación hacia “el sustituto” ya que no encuentran la explicación de esa “sustitución” lo que genera miedo e incertidumbre a la propia persona, pero muchos conviven con estos dobles aunque no se crean quienes dicen ser.
Las causas de este síndrome pueden ser múltiples, suelen aparecen junto a lesiones craneoencefálicas, tumores cerebrales, esquizofrenias paranoides o trastornos delirantes. Además se ha observado entre un 6 y un 30% en pacientes con alzhéimer y en otros tipos de demencias como los cuerpos de Lewy o de parkinson. Se da en mayor porcentaje entre mujeres y puede ser temporal o crónico.
El síndrome de Capgras es uno de los trastornos mentales más raros que se conocen y supone todo un reto para los neurocientíficos.
El tratamiento utilizado para este tipo de pacientes se centra en la terapia cognitiva para poder restablecer esa conexión perdida, junto con fármacos antipsicóticos.
